sábado, 13 de diciembre de 2008

"LAS VIRTUDES DEL EDUCADOR" (Por Paulo Freire)


En junio de 1985, el ya fallecido pedagogo brasilero Paulo Freire dio una conferencia en Buenos Aires, Argentina.
En aquella conferencia, Freire hizo una reflexión crítica sobre las virtudes del educador; virtudes entendidas como cualidades en cuanto a la forma de comprender y comportarse que uno crea a través de la práctica política, en búsqueda de la transformación de la sociedad.
Según Freire, estas virtudes deben pertenecer a educadores y educadoras que estén comprometidos con un sueño político por la transformación de la sociedad, con el fin de que esta sea más justa.



Freire indica que la primera virtud que debe tener un educador es la conferencia, de la coherencia que existe entre lo que se propugna y la práctica que confirma lo que se propugna. Cuando Freire habla de la coherencia en el ámbito político, dice que se debe disminuir la distancia entre el discurso del candidato y la práctica del elegido, de tal manera que en un momento la práctica sea también discurso y el discurso sea práctica.
Freire señala que en esta búsqueda de la coherencia, sería imposible alcanzar la coherencia absoluta. Hay que imaginar que una persona viviera de tal forma una coherencia que no tuviera posibilidad de comprender y saber lo que es coherente. Porque sólo es coherente. Pero sí una persona necesita ser incoherente para tornarse coherente. Hay, sin embargo, también un límite para la incoherencia. Por ejemplo, no es posible hacer un discurso sobre la liberación y al mismo tiempo revelar en emi comportamiento, una profunda falta de creencia en las masas populares.
Otra virtud que emerge de la experiencia responsable es la virtud de aprender a luchar con la tensión entre la palabra y el silencio. Cómo contractar con esta tensión permanecer que se crea en la práctica educativa entre la palabra del profesor y el silencio de los educandos, la palabra de los educandos y el silencio de los educandos, la palabra de los educandos y el silencio del profesor. Freire señala que si uno no trabaja bien, en forma coherente, esta tensión, puede que su palabra termine por sugerir el silencio permanente de los educandos o con una apariencia de "inquietud" en los mismos.
Freire dice que si uno no vive bien esta tensión, si una persona no sabe escuchar, si incluso uno no testimonia a los educandos qué es la palabra verdadera, si uno no es capaz de exponerse a la palabra de ellos, que penetre mi silencio necesario, uno termina discurseando "para" y hablar o discursear "para" casi siempre se transforma en "hablar sobre" que significa "contra".
Otro aspecto que un buen profesor debe tener en cuenta es que el educador testimonie a los educandos el gusto de la pregunta y el respeto a la pregunta. en la educación libertadora, uno de los temas importantes en el inicio de los cursos, es una "reflexión sobre la pregunta". La pregunta fundamental enraizada en la práctica.
Freire señala que a veces el educador se da cuenta en una clase que los alumnos no quieren correr el riesgo de preguntar por qué temen a sus propios compañeros en muchos de estos casos, hasta el propio profesor esboza una sonrisa descalificando la pregunta del alumno y sugiriendo que todo el que haga una pregunta como esa es un ignorante. El profesor incluso, suele añadir a esta sonrisa una advertencia como "estudie un poco más y pregunte después". Según Freire, esta es una forma de cortar con la curiosidad, sin la cual no hay creatividad.
Otra virtud que señala el pedagogo brasilero, es que un educador debe saber cómo vivir la tensión entre "el aquí y el ahora del educador y el aquí y el ahora de los educandos", que no hay allá sin aquí, es obvio.
En la medida en que un profesor comprenda esta relación entre "su aquí y el aquí de los educandos" es que un profesor va a descubrir que "su aquí es el allá de los educandos.
Con respecto a lo mencionado en el párrafo anterior, Freire recomienda que hay que respetar la comprensión del mundo, la comprensión de la sociedad, la sabiduría popular. Hay que respetar el sentido común, en nombre de la exactitud científica que los educadores juzgan poseer, en nombre de esta sabiduría hecha de caminos rigurosos, en nombre de que las masas populares necesitan de esta sabiduría que nosotros ya tenemos. Por otro lado, la percepción que los grupos populares están teniendo de su concretud, de su cotidianeidad, de su mundo; la visión que tiene de la sociedad.
La virtud que debe tener todo buen educador es comprender profundamente la práctica y la teoría, valorando lo que posee cada una. Freire dice que la práctica no puede prescindir de la teoría. No se debe negar el papel importante de la teoría, que sin embargo deja de tener cualquier repercusión si no hay una práctica seria. Es por esta y otras razones, que Freire estaba convencido que la formación de buenos educadoras es una de las mayores preocupaciones que se deben tener en la actualidad.


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